Estamos familiarizados con las avispas de colores vivos y zumbidos furiosos que vuelan a nuestro alrededor y nos amedrentan con sus dolorosas picaduras. Pero la verdad es que la gran mayoría de las avispas son insectos solitarios e inofensivos para el ser humano. Por el contrario, en lugar de ser dañinas, son sumamente beneficiosas para el hombre ya que controlan las plagas. Sin embargo cuando hay un enjambre de avispas la cosa cambia, ya que estas al ser amenazadas por la presencia humana, se activa su instinto defensivo por lo cual puede picar y usar su aguijón en nuestra contra.
Las avispas se distinguen de las abejas por su abdomen inferior puntiagudo y su estrecha «cintura» que se denomina pecíolo y separa el abdomen del tórax.
Estos insectos ostentan todos los colores que podamos imaginar, desde el amarillo al que ya estamos acostumbrados, al marrón, el azul metálico o el rojo vivo. Generalmente, las especies de colores más brillantes pertenecen a la familia de las Vespidae, es decir, las avispas que pican.
Todas las avispas construyen nidos. Mientras que las abejas excretan una sustancia cerosa para construir sus nidos, las avispas crean sus conocidas y acartonadas moradas a partir de fibras de madera arrancadas de la corteza con sus fuertes mandíbulas que después son masticadas y convertidas en pulpa.
Las avispas se dividen en dos subgrupos principales: sociales y solitarias. Las avispas sociales son sólo unas mil especies que incluyen las constructoras de formidables colonias como las avispas chaqueta amarilla y los avispones.
Las colonias sociales de avispas comienzan de cero cada primavera gracias a las reinas fecundadas el año anterior que fueron capaces de sobrevivir al invierno mediante la hibernación en un lugar cálido. Cuando la reina emerge de su largo sueño, construye un pequeño nido y cría una camada inicial de hembras obreras. Estas obreras asumen el trabajo de ampliación del nido, construyendo numerosas celdas hexagonales en las que la reina deposita continuamente sus huevos. Al finalizar el verano, toda la colonia de más de 5.000 avispas, incluida la reina fundadora, fenecen a causa del frío invierno. Sólo las reinas recién fecundadas sobreviven al frío para poder así reiniciar el proceso durante la primavera.
Las avispas solitarias, el subgrupo más amplio con diferencia, no forman colonias. Este grupo incluye algunos de los insectos de mayor tamaño de la familia de las avispas, como las asesinas de cicada y las halcón tarántula de color azul - naranja, que pueden alcanzar los 3,8 centímetros de longitud. Mientras que las avispas sociales usan sus aguijones como defensa exclusivamente, las solitarias picadoras dependen de su veneno para cazar.
La mayor parte de los animales ha desarrollado una gran aversión hacia las avispas picadoras; reputación muy bien ganada, por lo que éstas disfrutan de un amplio espacio vital. Aquellos que tengan la mala fortuna de tropezar con una colonia de avispas o la audacia de molestar un nido se encontrarán rápidamente rodeados por el enjambre. Una avispa sociable en peligro emite feromonas que inducen en la colonia cercana un frenesí defensivo mediante el ataque de sus aguijones. A diferencia de las abejas, las avispas pueden picar repetidas veces. Sólo las hembras tienen aguijones, que son en realidad órganos de ovulación modificados.
A pesar del miedo que provocan, las avispas son sumamente beneficiosas para el ser humano. Casi todos los insectos considerados plagas en el planeta son presa de una especie de avispa, bien sea como alimento o como anfitrión de sus larvas parasitarias. Las avispas son tan adeptas a controlar las plagas, que hoy en día, el sector agrícola industrial las despliega de forma generalizada como insecticida ecológico para proteger los cultivos.